Dejemos algo claro: el cilantro es el giro culinario definitivo. Estás disfrutando inocentemente de tu taco o sorbiendo un tazón de pho, cuando de repente —¡BAM!— tus papilas gustativas son asaltadas por lo que solo podría describirse como una bocanada de jabón. Mientras tanto, tu amigo al otro lado de la mesa no para de elogiar lo fresco y sabroso que está el cilantro. ¿Qué pasa? ¿Será una broma cósmica o hay ciencia detrás de esta relación de amor-odio entre las hojas?
Ponte tu sombrero de detective (y quizás una menta para el aliento), porque nos adentramos en el extraño, salvaje y sorprendentemente divertido mundo de la aversión al cilantro. Spoiler: no solo está en tu cabeza; está en tus genes, tu nariz y tal vez incluso en tus recuerdos de infancia.
Cilantro: ¿Héroe o villano culinario?
El cilantro, también conocido como coriandro en muchas partes del mundo, es un ingrediente básico en salsas mexicanas, chutneys indios, curris tailandeses y más. Para algunos, es la hierba la que le da vida a un plato. Para otros, es la razón por la que cantan tristemente. Pero ¿por qué esta humilde hierba divide a la humanidad más que la piña en la pizza?
La Situación “Jabonosa”: Todo es cuestión de aldehídos
Pongámonos en la ciencia por un segundo. El principal culpable del controvertido sabor del cilantro es un grupo de compuestos llamados aldehídos. Son los mismos químicos que se encuentran en jabones y productos de limpieza, y —un giro inesperado— también están presentes de forma natural en las hojas de cilantro. Para la mayoría de las personas, estos aldehídos aportan un toque refrescante y cítrico. Pero para otros, es como lamer una pastilla de Irish Spring.
Entonces, ¿por qué algunas personas sienten el sabor del jabón mientras que otras sienten el sabor del sol? La respuesta, amigo mío, está en soplarse la nariz, específicamente, en los receptores olfativos.
El Giro Genético de la Trama: Conoce a OR6A2
Aquí es donde la cosa se pone fea. Los científicos han identificado un gen llamado OR6A2 que desempeña un papel fundamental en la aversión al cilantro. Este gen codifica un receptor olfativo especialmente sensible a los aldehídos, los mismos presentes en el cilantro y, como su nombre indica, en el jabón. Si tienes una variación específica del gen OR6A2, tu nariz y tu cerebro se unen para enviar un mensaje urgente: “¡Atención! ¡Esto sabe a productos de limpieza!”.
La revista británica explica que esta peculiaridad genética solo se encuentra en un pequeño porcentaje de la población, pero las cifras varían según la región. Por ejemplo, los asiáticos orientales tienen la mayor incidencia (casi el 20%), mientras que es mucho menor en lugares como Centroamérica e India, donde el cilantro es un ingrediente muy apreciado.
23andMe descubrió que entre el 14 % y el 21 % de las personas de ascendencia asiática oriental, africana y caucásica no les gustaba el cilantro, en comparación con solo entre el 3 % y el 7 % de las personas del sur de Asia, hispanas o de Oriente Medio.
Así que, si detestas el cilantro, puedes agradecer (o culpar) a tus antepasados y a sus genes olfativos por tus problemas con el jabón.
Estudios en Gemelos: Naturaleza, Crianza y Cilantro
¿Aún no te convence que está en tu ADN? Los estudios en gemelos te respaldan. Una investigación del Centro de Sentidos Químicos Monell descubrió que alrededor del 80% de los gemelos idénticos compartían la misma preferencia por el cilantro, mientras que los gemelos fraternos solo coincidían en la mitad de los casos. Esto es una prueba contundente de que la genética juega un papel importante, aunque no lo es todo.
Choque Cultural: Por Qué Quienes Detestan el Cilantro Son Raros en Algunos Países
Si la genética fuera el único factor, veríamos las mismas tasas de aversión al cilantro en todas partes. Pero ese no es el caso. En países donde el cilantro es una superestrella culinaria (como México, India y Tailandia), muchas menos personas reportan un sabor a jabón. ¿Por qué? Esto se debe en parte a que el gen que odia el cilantro es menos común en estas poblaciones, pero la cultura y la exposición también influyen.
Si creces comiendo cilantro en todo, desde salsas hasta sopas, tu cerebro podría aprender a apreciarlo, o al menos a tolerarlo. Incluso hay evidencia de que la exposición repetida (especialmente al cilantro triturado en lugar de las hojas enteras) puede ayudar a algunas personas a superar su aversión.
Así que, si estás decidido a unirte al club de fans del cilantro, ¡no te rindas! Tus papilas gustativas podrían necesitar algo de entrenamiento.
La psicología del odio al cilantro: Más que solo genes
No olvidemos el lado emocional de este debate sobre las hojas. Para algunos, la aversión al cilantro se basa tanto en recuerdos y asociaciones como en moléculas. Quizás tuviste un encuentro traumático con un plato con mucho cilantro de niño, o tal vez las tradiciones culinarias de tu familia no incluían esta hierba. Como lo expresó un escritor: «La hierba se convirtió en un vector del complejo panorama emocional entre generaciones».
Y seamos honestos: existe cierta camaradería entre quienes odian el cilantro. Con comunidades en línea, memes e incluso haikus dedicados a la aversión al cilantro, se ha convertido en una insignia de honor para muchos. Si eres miembro del club de los «Odio el Cilantro», definitivamente no estás solo.
¿Se puede aprender a amar el cilantro? (¿O al menos a tolerarlo?)
Buenas noticias para quienes sienten curiosidad por el cilantro: ¡hay esperanza! Algunos estudios sugieren que la exposición repetida al cilantro, especialmente picado o triturado, puede ayudar a reducir la sensación jabonosa.¹ Triturar las hojas libera diferentes compuestos aromáticos, que podrían ayudar a enmascarar los aldehídos perjudiciales.
Consejos para entrenar el paladar:
Empieza con poco: Agrega una pizca de cilantro picado a tus platos favoritos.
Mézclalo con otras hierbas: Combina el cilantro con perejil, menta o albahaca para suavizar el sabor.
Pruébalo cocido: Cocinar el cilantro puede atenuar su picante y hacerlo más agradable al paladar.
Ten paciencia: Tus papilas gustativas y tu cerebro podrían necesitar tiempo para adaptarse.
Pero, si nunca te acostumbras, no pasa nada. Hay mucho perejil en el mar.
Curiosidades sobre el Cilantro: Impresiona a tus Amigos (o Molesta a tus Enemigos)
Julia Child era famosa por su odio al cilantro, y decía que lo sacaba de la comida y lo tiraba al suelo.
Hay un grupo de Facebook llamado “Odio el Cilantro” con más de 280,000 miembros.
Los mismos aldehídos del cilantro se encuentran en las chinches hediondas (¡qué rico!).
En chino, al cilantro se le llama “verdura aromática”, a menos que lo odies, en cuyo caso es “verdura apestosa”.
Hay quienes describen el cilantro con sabor a metal, tierra o incluso a insectos aplastados. ¡Cada uno con su opinión!
El veredicto final: Cilantro: ¿Amarlo o dejarlo?
Entonces, ¿por qué algunas personas odian el cilantro? La respuesta es una mezcla picante de genética, cultura, psicología y quizás una pizca de trauma infantil. Si odias el cilantro, no es que estés roto, solo que tu estructura es un poco diferente. Y si te encanta el cilantro, no te lo tomes como algo personal cuando tu amigo le quite la parte verde a su burrito.
Tanto si eres del equipo Cilantro como del equipo Jabón, una cosa es segura: la comida es personal, y nuestras papilas gustativas son tan únicas como nuestras huellas dactilares. Así que adelante, acepta tus gustos, celebra tus rarezas y nunca dejes que nadie te avergüence por tus preferencias en hierbas.
En resumen: Si el cilantro sabe a jabón, no eres tú, son tus genes. O tu cultura. O tu infancia. O tal vez solo el universo divirtiéndose con tus papilas gustativas. Sea como sea, ¡pasa el guacamole y no uses cilantro (o no)!
Fuentes
- [Britannica: Why Does Cilantro Taste Like Soap to Some People?]1
- [23andMe Blog: Cilantro Taste Gene]2
- [Nature: Soapy taste of coriander linked to genetic variants]3
- [Wikipedia: OR6A2]4
- [PMC: Genetic Analysis of Chemosensory Traits in Human Twins]5
- [Cleveland Clinic: Love It or Hate It — The Great Cilantro Debate]7